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Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

SOS Telemedicina

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno crónico caracterizado por la hiperactividad, impulsividad y la dificultad para prestar atención. Es importante destacar que estos síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de oposición, desafío, hostilidad o fracaso para comprender las tareas o instrucciones.

Entre un 2 y un 5% de la población infantil tiene TDAH. Este trastorno se asocia en su mayor parte a la herencia, aunque también puede ser producto de un embarazo de alto riesgo, malnutrición o el uso de drogas u otras sustancias por parte de la madre durante el embarazo.

A partir de una entrevista a Karinka Delgado, psicólogo egresada de la Universidad Central de Venezuela, se redacta el presente artículo.

Diagnóstico

En la etapa escolar es cuando se suele observar y diagnosticar el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, debido a que es la primera estancia en la vida de la persona donde se requiere un alto grado de concentración y tranquilidad durante largos periodos de tiempo.

Para determinar si un niño tiene TDAH, se utilizan los criterios dados por el Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales. Esta es una publicación realizada por la Asociación Americana de Psiquiatría y que sirve de referencia para gran parte de los profesionales sanitarios en el diagnóstico de trastornos mentales.

El DSM-5 es el sistema de clasificación más reciente, utilizado a escala mundial. Hay que destacar que este trastorno se diagnostica cuando el paciente presenta seis o más de los siguientes signos durante al menos 6 meses.

A continuación se detallan los síntomas del TDAH según el DSM-5.

  • 1. Inatención en un grado que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales, académicas y laborales. A continuación se enlista lo que abarca este síntoma.
    • a. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a los detalles o por descuido comete errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades.

    • b. Tiene dificultades para mantener la atención en tareas, actividades recreativas, clases, conversaciones o lectura prolongada.

    • c. Parece no escuchar cuando se le habla directamente.

    • d. No sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los quehaceres o los deberes laborales. Inicia tareas pero se distrae rápidamente y se evade con facilidad.

    • e. No le es fácil organizar tareas y actividades secuenciales, poner los materiales y pertenencias en orden, gestionar bien el tiempo o cumplir con los plazos asignados.

    • f. Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido, como las tareas escolares o quehaceres domésticos. Los adolescentes o adultos evitan preparar informes, completar formularios o revisar artículos largos.

    • g. Pierde cosas necesarias para tareas o actividades, como materiales escolares, lápices, libros, instrumentos, billetera, llaves, papeles de trabajo, gafas y móvil.

    • h. Es distraído por estímulos externos o pensamientos no relacionados con lo que está haciendo.

    • i. Olvida actividades cotidianas, como diligencias, devolver llamadas, pagar las facturas o acudir a las citas.


  • 2. Hiperactividad e Impulsividad. El niño presenta una constante necesidad de movimiento. Esta inquietud también se vislumbra en su necesidad de hablar. La impulsividad refiere a la falta de filtro o freno en las acciones del niño. Puede haber hiperactividad sin impulsividad. A continuación se presenta un desglose de lo que acarrea esta característica.
    • a. Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies, o se retuerce en el asiento.

    • b. Se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado, como en clase, la oficina o en otro lugar de trabajo.

    • c. Corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. Los adolescentes o adultos son muy inquietos.

    • d. Es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.

    • e. Se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como en restaurantes o reuniones.

    • f. Habla excesivamente.

    • g. Responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta, termina las frases de otros, no respeta el turno en la conversación.

    • h. Con frecuencia le es difícil aguardar su turno, como cuando espera una cola.

    • i. Interrumpe o se inmiscuye con otros, se mete en las conversaciones, juegos o actividades, puede empezar a utilizar las cosas de otras personas sin esperar o recibir permiso.


Es importante resaltar que estos síntomas están presentes en dos o más contextos, por ejemplo, en casa, en el colegio o el trabajo, con los amigos o familiares, y en otras actividades.

Tipos de TDAH

En función de los resultados, el trastorno se clasifica de la siguiente manera:

  • 1. Presentación combinada: si se presenta inatención e hiperactividad-impulsividad.

  • 2. Presentación predominante con falta de atención: si presenta inatención, pero no hiperactividad-impulsividad.

  • 3. Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: si se cumple con hiperactividad-impulsividad sin inatención.

Tratamiento

El tratamiento del TDAH es multimodal e individualizado. El objetivo es disminuir los síntomas, a la vez que se reducen las complicaciones derivadas del trastorno y el impacto negativo que puede tener en la vida de los pacientes y de su entorno.

Este tratamiento implica tres acercamientos: farmacológico, terapia cognitivo-conductual, y psicoeducativo para los padres y profesores.

El tratamiento farmacológico es el método más efectivo para reducir los síntomas. El psiquiatra, el neurólogo y, en ocasiones, el pediatra, son los únicos que pueden medicar a un paciente con TDAH. La medicina no cura el trastorno, solo ayuda a estas personas a centrarse y estar tranquilos cuando la situación lo requiere.

El tratamiento psicológico ayuda fundamentalmente a la mejoría de las funciones ejecutivas, como la organización y planificación de tareas y actividades. La terapia conductual-cognitiva ayuda a los niños a reconocer lo que les pasa. Una vez que reconocen lo que implica este trastorno, pueden regular mejor sus impulsos, conductas o comportamientos. A medida que el paciente crece, el autocontrol aumente debido, en parte, a la consciencia de sí mismo y de las consecuencias que acarrea su conducta.

A su vez se requiere un entrenamiento para los familiares y maestros, de manera que sepan manejar adecuadamente las conductas del niño. Hay que comprender que este comportamiento no es culpa del niño. El trastorno implica un descontrol de ciertas conductas que pueden resultar molestas. Por ello, se necesita este acompañamiento por parte de un especialista.

A estos niños hay que ayudarlos con instrucciones muy claras y precisas. La información hay que darla progresivamente y en pequeñas dosis. Cuando están trabajando, se les debe permitir descansar cada veinte o treinta minutos. De esta manera, puede que se concentren mejor en lo que están haciendo.

Educar al paciente y a la familia sobre el trastorno, adaptar el entorno a las necesidades de cada persona y mejorar las habilidades de abordaje de los pacientes, padres y educadores, puede ayudar a obtener mejores resultados.

El tratamiento debe ser individualizado, ya que se adapta a las necesidades de cada paciente. El médico y/o psicólogo valora la intensidad de los síntomas, su contexto familiar, social, y si existen otros trastornos psiquiátricos asociados.


La información ofrecida en esta sección no sustituye a la consulta con un especialista, ya que de acuerdo con las características particulares de cada individuo, se le podría indicar recomendaciones diferentes a las generales aquí señaladas.

  • Lic. Karinka Delgado Por: Lic. Karinka Delgado
    Psicólogo
  • Publicado: 2020-04-11
  • Fuente: SOS Telemedicina

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