La obesidad es una enfermedad que se caracteriza por un aumento de la grasa corporal, lo cual va acompañado de un alto riesgo de padecer enfermedades mortales. Entre las causas asociadas al desarrollo e incremento de la obesidad se encuentran los factores genéticos, psicosociales, económicos, dietas inadecuadas y estilos de vida sedentarios.

La cifra de personas que padecen obesidad se ha incrementado significativamente en las últimas décadas, situación preocupante ya que el sobrepeso en la infancia y en la adolescencia se asocia a factores de riesgo cardiovascular y a lesiones arterioscleróticas tempranas, así como a un mayor riesgo de padecer obesidad en la edad adulta.

El tratamiento de la obesidad durante la infancia se basa en la prevención del sedentarismo con la promoción de la actividad física y la práctica deportiva, acompañado de hábitos alimentarios saludables, junto con la participación de la familia, como apoyo imprescindible para lograr un cambio positivo del estilo de vida. Dado que la obesidad implica graves riesgos para la salud, es importante prestar atención a los primeros signos del problema, además se deben establecer estrategias de prevención como:

• Promover hábitos para un estilo de vida saludable, lo que implica mantener una dieta equilibrada con un consumo adecuado de proteínas, frutas y verduras.


• Restringir el consumo de alimentos ricos en grasa, azúcar y calorías, sobre todo si son industrializados (frituras, helados, pasteles, empanizados, pizzas).


• Limitar el consumo de bebidas azucaradas (refrescos, jugos pasteurizados, entre otros).


• Evitar la costumbre de comer mientras se ve televisión.


• Disminuir las horas de uso de la computadora y la televisión.


• Mantener una rutina de actividad física.

Mientras más acciones se tomen para prevenir o atacar la obesidad en niños, mejor será su desarrollo, salud y calidad de vida.