Se conocen como niños prematuros a todos los niños que nacieron antes de las 37 semanas de vida en el útero materno, independientemente de la causa por la cual se anticiparon.

Generalmente, tienen bajo peso al nacer porque no completaron su etapa prenatal y con cierta frecuencia también son susceptibles de padecer algunas enfermedades. Ellos no deben ser confundidos con los recién nacidos de bajo peso al nacer, ya que estos últimos pueden ser niños a término que no engordaron lo suficiente por alguna razón, como infecciones o desnutrición.

Cualquier mujer puede tener un niño prematuro, aun cuando no haya sufrido de alguna enfermedad como hipertensión arterial, diabetes o infecciones durante su embarazo. También es el caso de embarazos múltiples (gemelos, trillizos o más).

Estos niños, por su condición, deben permanecer en unidades de cuidado para prematuros dependiendo de cada caso, para vigilar su temperatura, su alimentación y progreso de peso o controlar alguna infección neonatal. A veces se presenta anemia, ictericia o dificultad respiratoria, que deben ser tratados por el neonatólogo. Una vez superada esa etapa, van a casa con sus padres, para darles los mismos cuidados que a todo recién nacido.

La lactancia materna es el alimento ideal, lo más importante es alimentarlos frecuentemente de acuerdo a las indicaciones médicas y controlar su temperatura, ya que tienen poca grasa corporal para mantenerse en calor.

Los controles pediátricos pueden ser más frecuentes durante los tres primeros meses, para asegurarse que van creciendo bien y que su desarrollo psicomotor es adecuado.