Las tribus urbanas se manifiestan como una subcultura de grupos juveniles que comparten entre “pares” la misma forma de pensar y sentir, bajo códigos similares que abarcan cinco elementos claves, con características particulares que los diferencian del resto: vestuario y accesorios de estilo propio, tipos de música, hábitos, lugares de reunión y códigos de lenguaje y conducta (lenguaje emocional común); por tanto constituyen una modalidad de vida elegida durante un período determinante de su desarrollo, y según el grupo con el que se identifiquen, en muchas ocasiones les hace vulnerables a riesgos o daños a su integridad biopsicosocial.

Estudios sociales en Latinoamérica coinciden que la tendencia es que niños y jóvenes se sumen a edades cada vez más tempranas a las distintas tribus urbanas, esto quizás por la gran exposición mediática a imágenes de grupos determinados, sumado al deseo de tener nuevas experiencias e independencia social, pero sin asumir responsabilidades económicas. Incluso, se ha observado gracias al fenómeno de la globalización, la llamada “adolescentización” parental, que no es otra cosa que la pérdida de autoridad de los padres para establecer límites, y la demostración simultánea de afecto y respeto a la autonomía de los hijos, con la idea de contribuir a su sano desarrollo.

Durante su desarrollo psicosocial, el adolescente demuestra un sentido de invulnerabilidad, omnipotencia y hasta llegan a desafiar la autoridad que representan los adultos, todo por la búsqueda de su identidad e independencia, condición propia de la edad como parte de las tareas evolutivas del desarrollo individual, pero si no cuentan con límites claros, los niños y jóvenes son vulnerables a adoptar alguna de las tribus urbanas como grupo de pertenencia.

Se estima que entre el 20% y 30% de los adolescentes y jóvenes latinoamericanos, se integran o se identifican con alguna tribu urbana. Sin embargo, en Venezuela no se cuenta con estudios que agrupen la magnitud de las distintas tendencias tribales urbanas, pese a que sería de gran importancia conocer e identificar la realidad a la que nos enfrentamos, para así contribuir al fortalecimiento de los valores de la juventud en relación a esta temática.

Si bien, el fenómeno de las tribus urbanas no es nuevo en el mundo y su estudio formal se inicia con el boom de los hippies en la década de 1960, en los últimos 10 años han surgido nuevas tribus urbanas que son subgrupos de las ya existentes.

Entre las tribus urbanas actuales con nombre propio, las más conocidas en nuestro país son: emos, góticos, rockeros, metaleros, Punks, raperos-Hip Hop, rastas, graffiteros, floggers, skaters, frikis, pelolais, otakus-Cosplayers, gamers, hipsters, entre otros. La presencia de todos estos grupos deja inquietudes como: ¿Quiénes son? ¿Qué hacen? ¿Cómo piensan? ¿Cuál es su vulnerabilidad y su riesgo? Y una vez obtenidas estas respuestas, se debería saber qué acciones preventivas aplicar ante el riesgo que involucra la pertenencia a una tribu urbana como modalidad de vida, en esa etapa del desarrollo de un joven.

Desde 2005 la Organización Panamericana de la Salud en conjunto con la Organización Mundial para la Salud, han trabajado en el Programa Familias Fuertes, diseñado para familias con hijos entre 10 y 14 años, donde se incluyen actividades específicas, dirigidas a ayudar a los padres o tutores a aprender aptitudes de crianza, maneras afectivas de disciplinar y orientar, todo en beneficio del desarrollo de niños y jóvenes.

También es muy importante enseñar a la juventud aptitudes para enfrentar el estrés y la presión de grupo, todo esto orientado al ideal de todo pediatra, que sería lograr el desarrollo sano e integral de niños, niñas y adolescentes, con capacidad de superación ante las adversidades, y con oportunidades para el cambio positivo en el entorno de la dinámica de tribus urbanas de hoy.